LA EXPOSICIÓN BODIES Y LA EMPATIA EN EL ARTE

Cuando percibimos, más allá de lo que literalmente tenemos delante, interpretamos la realidad. Asimilamos las experiencias que tenemos dándoles un sentido y para ordenar nuestra visión del mundo utilizamos las emociones que nos producen y las situamos en un contexto personal.

Cuando miro mi mano siento muchas cosas en esa mirada. No solo esta lo que percibo con los ojos o con el tacto, sino también todo lo que trae de mi memoria, lo que se de ella, lo que puedo hacer con ella, lo que ella me dice de otras manos, no es sólo un trozo de carne y huesos pero ¿puedo llegar a verla así, como un trozo de carne y huesos? Claro que puedo verla así, como si no fuera mía, como algo extraño, fijándome en otras cosas a las que normalmente no presto atención. Apartaría lo emotivo y la observaría de manera científica, de alguna manera su alma se volvería invisible para mi. Sería una comprensión sin empatía.

Si un médico tuviera que operar mi mano tendría que olvidarse de la empatía y verla como un trozo de carne con huesos, si no, no operaria bien. Si sintiera el dolor como lo siente su paciente se bloquearía y no haría lo que tiene que hacer.
Yo vengo de una familia de médicos y se que la compasión, el padecer con el enfermo, es antes o después de actuar, no mientras se actúa.
Los médicos se endurecen en el ejercicio de su profesión porque tienen que convivir con el dolor y la muerte. Se tienen que defender del dolor y la muerte de sus pacientes.

También somos capaces de seguir comiendo mientras vemos el telediario.

Cuando la intención de un autor es expresar a través del arte, busca la empatía con el espectador, que sienta delante a obra una emoción, que se ponga en su lugar y mire desde allí, que se apropie de la experiencia , que le de un sentido y la asimile a su mundo. Al expresarse comunica como se siente, trata de hacer comprender su sentimientos.

Es algo que todos hacemos cotidianamente sin tener que valernos del arte, nos expresamos con nuestro cuerpo, con nuestra cara, con el tono de nuestra voz, con la entonación.

Pero ¿Qué pasa si en el arte entra esa mirada sin sentimientos, esa mirada que observa las cosas sin emitir juicios morales?

Mostrar las cosas tal como son es una vieja aspiración a lo largo de la historia de arte como una manera de alejarse del adoctrinamiento, para que fuera el espectador el que enjuiciara, el que pensara, el que valorara.

El sentimentalismo no deja de ser una manera de presión que se puede utilizar para la propaganda. También utilizamos la capacidad expresiva de nuestra cara y nuestra voz, conscientes de nuestra capacidad de empatía para condicionar a nuestros interlocutores y conseguir aquello que queremos.

Pero que pasa si el autor pretende esa comprensión más científica y consigue que el espectador lo interprete en esa clave. Si consigue enseñarnos una mano y que veamos un trozo de carne y huesos.

Realmente cuando dibujamos del natural nos acercamos a esa mirada objetiva. Cuando dibujas a un modelo desnudo dejas de ver una persona ves formas. Como en el caso de los médicos la empatía o la atracción es una cosa anterior o posterior al dibujo, no mientras se esta dibujando.

En Madrid en estos días se esta realizando la exposición Bodies donde se exhibe el trabajo de Gunter Von Hagens, apodado el "doctor muerte". En ella se exponen disecciones de cadáveres a los que ha sometido a un procedimiento llamado conservación polimérica que permite una visión extraordinaria de la anatomía del cuerpo humano.

Cuando se empezaron a realizar estas exhibiciones desataron mucha polémica ya que en un principio se proponían como algo que mediaba entre el arte y la ciencia. Y es evidente que en las posturas que han hecho adquirir a los cuerpos se puede entender una intención estética.

Esto suponía un problema moral ya que daba a entender que se utilizaban cadáveres reales como parte de un espectáculo atentando contra su dignidad, como cuando se exhibían en las ferias a personas que a los ojos del público dejaban de ser tales para convertirse en curiosidades y caprichos de la naturaleza: la mujer barbuda, los siameses, los enanos...

Esta polémica se ha rebajado al presentar la exposición como algo científico y es verdad que cuando fui a verla parecía que el público se acercaba más con la intención de aprender que con morbo. También había mucha mas gente relacionada con la medicina que con el arte. Pero ¿qué en los medios de comunicación se venda el evento como científico evita que alguien puede mirar aquello como si estuviera en una feria?

La exposición, ya desde la presentación y por su contexto, favorece que veamos aquellos cadáveres como trozos de carne. No los conocemos y nuestra intención de aprender hace que asimilemos la experiencia más de lo racional que desde lo emotivo sin embargo yo debo confesar que viendo la textura de la piel o el pelo no podía dejar de ver gente muerta y en la parte más dura de la exhibición, allí donde se exponen fetos, decidí no entrar.

Estas ideas tienen para mi continuidad viendo alguna series de televisión recientes y comparándolas con las emitían cuando yo era pequeño.
Antes lo normal es que la series apelaran a los sentimientos pero al mismo tiempo que se evitara aquello que emocionalmente demasiado impactante. Me refiero a que se podía mostrar el dolor de una madre llorando por su hijo muerto pero no la representación del cadáver, se podía dar a entender como había muerto pero se evitaban los detalles escabrosos. Además los acontecimientos eran explicados y justificados en el desarrollo del argumento. Por ejemplo un criminal era un psicópata o un inadaptado que actuaba así como consecuencia de su terrible vida. Es decir su conducta era anormal tenía una causa y así se trasmitía la esperanza de que el futuro estas cosas se podrían remediar.

Actualmente hay series como House o CSI con una crudeza totalmente intencionada a la hora de tratar la enfermedad y la muerte.
Se representan autopsias, se representa la enfermedad desde dentro del cuerpo, se presenta a los criminales de una manera analítica, a los pacientes a través de su enfermedad.
Los protagonistas, aquellos que tienen que actuar para detener a los criminales o curar al enfermo parecen estar en un estado de lucidez totalmente ajeno a los sentimientos de victimas y pacientes. Hacen lo que tienen que hacer. Trasmiten ese desencanto total del que ha perdido para siempre la inocencia, de aquellos que se enfrentan al mundo intentando comprender su complejidad sin más para poder actuar correctamente. De aquellos que intentan ver las cosas como son, no como creemos que deberían ser, donde la justicia pasa a ser algo que debemos decidir cada uno no una regla invisible y universal que debe imponerse finalmente. No buscan sentido sino comprensión. Pueden bromear mientras intentan salvarle a vida a un paciente pero siempre de una manera irónica porque hay que defenderse del dolor.

Esta actitud puede ser propia de médicos, forenses y policías pero lo que a mi me llama la atención es como los guionistas y los directores parecen haber quedado prendidos de esa visión. Aunque lo que realmente trasmiten es el conflicto entre la visión fría, racional y desencantada y la visión empática y emotiva. Eso si la base del argumento es la visión racional y los sentimientos aparecen solo en situaciones extremas cuando algo les sobrepasa . Al lado del doctor House aparece la doctora Cameron y los CSI no pueden evitar estremecerse cuando un compañero esta en peligro, al igual que me paso a mi en la exposición. Aunque queramos no siempre podemos ver trozos de carne y hueso.

No es que esta visión de la vida haya surgido ahora, la podríamos rastrear en la historia del arte hasta muy atrás en el tiempo. Pero ahora parece que se impone de una forma más amplia en la sociedad ¿Qué fue primero el huevo o la gallina? ¿El arte es un reflejo de la sociedad o ayuda a construir la manera en que interpretamos la realidad? Parece que esa forma de enfrentarse a la vida trasciende los límites del arte.

Esto también tiene que ver con el libro El pintor de batallas, de Arturo Pérez Reverte. El protagonista es un ex fotógrafo de guerra que aquejado de una enfermedad se retira a un antiguo torreón en donde pinta un mural intentando comprender y explicar con la pintura aquello que no conseguía con las fotografías.
En el libro se hacen muchas referencias a la manera fría con la que se enfrenta el reportero de guerra a las tragedias que fotografía. Como delante de un ser humano sufriendo es capaz de enfocar, encuadrar, esperar el momento justo para hacer una buena foto. Fotos que pueden conmover en un primer momento al espectador pero que en realidad no cambian el mundo, ni paran las guerras y que incluso se pueden blandir para avivar aún más el fuego de los incendios.

El protagonista al referirse a su mural, en donde trata de representar de una manera fría las guerras pasadas, presentes y futuras, no lo define como arte. Para él el arte vive de la fe y él o nunca la tuvo o la perdió.

¿Puede el arte vivir sin fe? ¿Haríamos arte si perdiéramos toda esperanza? ¿Podemos perder por completo el ánimo, el alma y ver las cosas del mundo sin alma, desanimadas?