Voy a hablaros de los últimos tres libros que he leído, bueno los tres últimos de arte porque entremedias he vuelto a leer los Cuentos de imaginación y misterio de Edgar Allan Poe.
El primero: Pinturas negras de Goya, de Valeriano Bozal, de la colección La balsa de medusa de Antonio Machado Libros.
Valeriano Bozal ha sido durante mucho tiempo uno de los críticos más activos en la difusión de la cultura en general y la pintura en particular. Es incluso más motivador oírle que leerle. Si tenéis la oportunidad no dejéis de asistir a una conferencia suya, no os decepcionara.
En todo caso siempre hay que estar le agradecido a la firmeza que mantuvo en la disputa por El Guernica con el gobierno Vasco cuando fue director del museo Reina Sofía. Es reconfortante que un cargo no se rija por la sensatez en lugar de motivos de oportunidad política.
En el libro domina sobretodo una idea y una imagen: Goya pintó las llamadas pinturas negras sobre otros murales que ya estaban pintados. Pinturas que representaban escenas costumbristas y paisajes.
No se sabe si esos primeros murales los pinto Goya u otro artista o si los encontró ya pintados cuando compro la casa.
El caso es que eso que un día alguien llego a pintar ¡tuvo que llegar a ser tan absurdo para él!
Es fácil imaginarse a Goya mirando esos paisajes con decepción, imagino que no podría siquiera mirarlos sin desagrado… seguro que de ese desagrado surgió la alucinante metamorfosis que sufrieron las bucólicas escenas.
Cuando leía el libro recordaba la frase de Adorno: “después de Auswitch no puede haber poesía”.
En otro libro Bozal señalaba a Goya como el inicio de la pintura moderna donde la temática dura no se veía embellecida ni justificada por la forma en que aparecía pintada, sino que se presentaba monstruosa.
Rubens puede pintar como le sacan los ojos a Sansón pero lo hace de forma bella. Sin embargo no hay nada bello a lo que agarrarse en el Saturno devorando a sus hijos, de Goya. Es tremendo no solo por lo que representa sino por como esta pintado, sin ninguna concesión.
El primer recuerdo que tengo del Museo del Prado es precisamente ese cuadro. Yo era bastante pequeño y a partir de entonces si alguien me mentaba el coco yo sabia el aspecto que tenía.
El segundo libro: El Bosco. El jardín de las delicias, de Hans Belting. Abada Editores.
Muy bien documentado. Muy completo también de imágenes, tanto de detalles del cuadro, como de otras obras de El Bosco y otros pintores contemporáneos.
A lo largo del texto Belting va dando claves acerca del origen y las motivaciones que pudo tener la obra así como las influencias e ideas que pueden estar detrás.
La tesis es que El Bosco pintó como podría haber sido el jardín de El Edén si Adán y Eva no hubieran cometido el pecado original. Lo que era una excusa perfecta para hacer un trabajo de imaginación que contrarresta la sátira de la representación del infierno.
La utopía de una humanidad sin pecado en contraste con la realidad mundana del infierno.
A lo largo del libro también señala la relación entre la pintura y la literatura de la época. Dedica la parte final del libro a Erasmo y Tomás Moro y a la relación temática entre el Jardín de la delicias, El elogio de la locura y Utopía.
El último libro: Los colores del underground, de Joan S. Luna, de la editorial Astiberri.
Un libro de entrevistas a distintos artistas cercanos al surrealismo pop.
Siempre me han gustado las entrevistas a los pintores. Más allá de los lugares comunes si lees entrelíneas siempre hay cosas interesantes.
En este caso además parece por las respuestas, que los entrevistados estaban a gusto.
No estaba muy puesto sobre el lowbrow ni el surrealismo pop aunque si conocía algunos de los pintores que aparecen.
Se puede discutir el término underground.
Más allá de cuestiones formales las imágenes son sorprendentes y sugestivas.
Hay algunas cosas que me han llamado la atención.
La relación de los diferentes artistas con la música, algunos han sido músicos, otros han diseñado para grupos y el entrevistador, que es crítico musical, les pregunta por sus preferencias musicales.
La relación entre la pintura y la música es de siempre tanto es así que la pintura toma de la música mucho de su vocabulario como las palabras composición y armonía. Tampoco falta en la historia del arte músicos-pintores y pintores-músicos.
Pero ahora el acceso a la música es tan fácil con las radios, los mp3…, el cine nos cuenta historias con música y esta aparece de improviso en un anuncio o en un centro comercial. Vivimos rodeados de música (para lo bueno y para lo malo).
Yo siempre pinto escuchando música y a veces me da por pensar que todos vivimos nuestra vida como una película con una banda sonora en la cabeza (seguro que no soy muy original).
También he visto muy evidente que en la formación y en los primeros trabajos profesionales de estos artistas están la ilustración, la animación y los videojuegos. Lo que les da un matiz distinto respecto a la formación clásica.
Habrá que ver como asimila la pintura en general estas influencias a la larga.
Por decir un nombre Jeff Koons lleva moviendose tiempo por ese camino.
De momento yo señalaría:
• la construcción de personajes que aparecen a lo largo de la obra y que muchas veces tienen nombre.
• un trabajo icónico muy reconocible que se lleva a diferentes formatos como reproducciones, juguetes, camisetas.
• una intención narrativa en las obras que a veces se desarrollan en varios cuadros. A veces se apoyan en símbolos que pueden ser culturales pero que otras veces son personales.
Luna señala acertadamente una mezcla de inocencia y maldad en muchos de ellos. Algunos citan entre sus influencias a El Bosco.
Aunque esa maldad no llega la densidad, la desazón y el pesimismo tan profundamente marcado de la obra de El Bosco y de Goya.
Y luego he apuntado un par de frases de esas que te dejan pensando, citas que incluso se agrandan fuera de contexto:
En el libro del surrealismo-pop, Luna pregunta Eric White acerca de los sentimientos de sus personajes y si tienen relación con su estado de ánimo. En la respuesta habla de “emociones desordenadas”.
En el libro sobre El jardín de la delicias Belting hablando sobre la utopía dice “el infierno es producto de la historia”.
El primero: Pinturas negras de Goya, de Valeriano Bozal, de la colección La balsa de medusa de Antonio Machado Libros.
Valeriano Bozal ha sido durante mucho tiempo uno de los críticos más activos en la difusión de la cultura en general y la pintura en particular. Es incluso más motivador oírle que leerle. Si tenéis la oportunidad no dejéis de asistir a una conferencia suya, no os decepcionara.
En todo caso siempre hay que estar le agradecido a la firmeza que mantuvo en la disputa por El Guernica con el gobierno Vasco cuando fue director del museo Reina Sofía. Es reconfortante que un cargo no se rija por la sensatez en lugar de motivos de oportunidad política.
En el libro domina sobretodo una idea y una imagen: Goya pintó las llamadas pinturas negras sobre otros murales que ya estaban pintados. Pinturas que representaban escenas costumbristas y paisajes.
No se sabe si esos primeros murales los pinto Goya u otro artista o si los encontró ya pintados cuando compro la casa.
El caso es que eso que un día alguien llego a pintar ¡tuvo que llegar a ser tan absurdo para él!
Es fácil imaginarse a Goya mirando esos paisajes con decepción, imagino que no podría siquiera mirarlos sin desagrado… seguro que de ese desagrado surgió la alucinante metamorfosis que sufrieron las bucólicas escenas.
Cuando leía el libro recordaba la frase de Adorno: “después de Auswitch no puede haber poesía”.
En otro libro Bozal señalaba a Goya como el inicio de la pintura moderna donde la temática dura no se veía embellecida ni justificada por la forma en que aparecía pintada, sino que se presentaba monstruosa.
Rubens puede pintar como le sacan los ojos a Sansón pero lo hace de forma bella. Sin embargo no hay nada bello a lo que agarrarse en el Saturno devorando a sus hijos, de Goya. Es tremendo no solo por lo que representa sino por como esta pintado, sin ninguna concesión.
El primer recuerdo que tengo del Museo del Prado es precisamente ese cuadro. Yo era bastante pequeño y a partir de entonces si alguien me mentaba el coco yo sabia el aspecto que tenía.
El segundo libro: El Bosco. El jardín de las delicias, de Hans Belting. Abada Editores.
Muy bien documentado. Muy completo también de imágenes, tanto de detalles del cuadro, como de otras obras de El Bosco y otros pintores contemporáneos.
A lo largo del texto Belting va dando claves acerca del origen y las motivaciones que pudo tener la obra así como las influencias e ideas que pueden estar detrás.
La tesis es que El Bosco pintó como podría haber sido el jardín de El Edén si Adán y Eva no hubieran cometido el pecado original. Lo que era una excusa perfecta para hacer un trabajo de imaginación que contrarresta la sátira de la representación del infierno.
La utopía de una humanidad sin pecado en contraste con la realidad mundana del infierno.
A lo largo del libro también señala la relación entre la pintura y la literatura de la época. Dedica la parte final del libro a Erasmo y Tomás Moro y a la relación temática entre el Jardín de la delicias, El elogio de la locura y Utopía.
El último libro: Los colores del underground, de Joan S. Luna, de la editorial Astiberri.
Un libro de entrevistas a distintos artistas cercanos al surrealismo pop.
Siempre me han gustado las entrevistas a los pintores. Más allá de los lugares comunes si lees entrelíneas siempre hay cosas interesantes.
En este caso además parece por las respuestas, que los entrevistados estaban a gusto.
No estaba muy puesto sobre el lowbrow ni el surrealismo pop aunque si conocía algunos de los pintores que aparecen.
Se puede discutir el término underground.
Más allá de cuestiones formales las imágenes son sorprendentes y sugestivas.
Hay algunas cosas que me han llamado la atención.
La relación de los diferentes artistas con la música, algunos han sido músicos, otros han diseñado para grupos y el entrevistador, que es crítico musical, les pregunta por sus preferencias musicales.
La relación entre la pintura y la música es de siempre tanto es así que la pintura toma de la música mucho de su vocabulario como las palabras composición y armonía. Tampoco falta en la historia del arte músicos-pintores y pintores-músicos.
Pero ahora el acceso a la música es tan fácil con las radios, los mp3…, el cine nos cuenta historias con música y esta aparece de improviso en un anuncio o en un centro comercial. Vivimos rodeados de música (para lo bueno y para lo malo).
Yo siempre pinto escuchando música y a veces me da por pensar que todos vivimos nuestra vida como una película con una banda sonora en la cabeza (seguro que no soy muy original).
También he visto muy evidente que en la formación y en los primeros trabajos profesionales de estos artistas están la ilustración, la animación y los videojuegos. Lo que les da un matiz distinto respecto a la formación clásica.
Habrá que ver como asimila la pintura en general estas influencias a la larga.
Por decir un nombre Jeff Koons lleva moviendose tiempo por ese camino.
De momento yo señalaría:
• la construcción de personajes que aparecen a lo largo de la obra y que muchas veces tienen nombre.
• un trabajo icónico muy reconocible que se lleva a diferentes formatos como reproducciones, juguetes, camisetas.
• una intención narrativa en las obras que a veces se desarrollan en varios cuadros. A veces se apoyan en símbolos que pueden ser culturales pero que otras veces son personales.
Luna señala acertadamente una mezcla de inocencia y maldad en muchos de ellos. Algunos citan entre sus influencias a El Bosco.
Aunque esa maldad no llega la densidad, la desazón y el pesimismo tan profundamente marcado de la obra de El Bosco y de Goya.
Y luego he apuntado un par de frases de esas que te dejan pensando, citas que incluso se agrandan fuera de contexto:
En el libro del surrealismo-pop, Luna pregunta Eric White acerca de los sentimientos de sus personajes y si tienen relación con su estado de ánimo. En la respuesta habla de “emociones desordenadas”.
En el libro sobre El jardín de la delicias Belting hablando sobre la utopía dice “el infierno es producto de la historia”.
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